sábado, 11 de mayo de 2013

Sergio Rodríguez, el alborotador aplicado

Roberto Tamayo



El aspirante achispado mandó a la lona al su experimentado y sólido adversario. El baloncesto es un deporte que abraza la heterodoxia. Antes del partido corrieron mares de tinta que ensalzaban la pericia ofensiva del Madrid y la fortaleza defensiva del Barça. También se centró el foco en los estiletes de unos y otros: Navarro, Rudy, Tomic, Llull... Pero la realidad volvió a dejar en evidencia a la ficción. Los blancos avanzaron a la final apoyados en unos últimos siete minutos de excelencia defensiva capitaneada por Sergio Rodríguez, cuya hoja de servicios en estas labores de chapa y pintura aglutina escasas matrículas de honor.
El nombre de Felipe Reyes volvía a quedar relegado al ostracismo en la terna de claves. El capitán del Madrid apareció del fondo del banquillo para gritar: "No tomarás el nombre de Felipe en vano". El jugador merengue, sempiterno, escribió un nuevo capítulo de su epopeya. Felipe no es ni el más rápido, ni el más habilidoso con el balón en las manos, ni el más alto, ni el más fuerte, ni el que más salta pero posee un talento descomunal para estar en la baldosa correcta para agarrar el rebote. Rivales, entrenadores y aficionados saben que Felipe va a coger ese rebote y lo acaba haciendo, lo que le confiere un mérito extraordinario. Y así lleva más de dos lustros con el pundonor y la voracidad competitiva por bandera. Tras cerca de una década siendo el emblema el escudo del Madrid, ha asumido con una naturalidad admirable su rol de actor secundario.  

El debate sobre el '5' no ha abandonado la Casa Blanca desde septiembre. El ecosistema baloncestístico parecía tener una opinión homogénea respecto a la posición de pívot: el Madrid no tiene un jugador alto de garantías para ganar la Euroliga. Y, una vez más, la realidad escapa de la ortodoxia. Ocho meses después el equipo blanco se mete en la final continental con la pareja Slaughter y Felipe, dos altos 'bajitos' con alma de espartanos

Sergio Rodríguez, el alborotador aplicado


Lo primero que hizo 'El Chacho' al saltar a la pista fue juguetear con el balón pasándoselo un par de veces por detrás de la espalda como si estuviera en el patio del colegio. Aquello no fue más que un detalle nimio de la jaimitada que pretendía perpetrar. En medio del caos, Pablo Laso paró el partido y desconectó la dinámica culé con una defensa que apenas exhibe: cuatro jugadores en zona y otro cara a cara con Navarro. El elegido para completar esa labor de intendencia sorprendió más aún que la apuesta del entrenador merengue. Sergio Rodríguez, acreditado violinista, desactivó al gerifalte culé sin olvidarse de servir canastas a sus compañeros. El parcial en los últimos siete minutos resultó demoledor: 6-22. 

Rudy Fernández, adquisición veraniega millonaria, abandonó su liderazgo ofensivo habitual para convertirse en un soldado de a pie. Parecía más pendiente del colectivo arbitral que de cumplir con su tarea. Falló tiros claros que no suele perdonar y su toma de decisiones fue precipitada en la mayoría de los casos. Pero se remangó, bajo al barro y aportó desde el silencio de sus acciones defensivas. 

No obstante, esta retahíla de bondades zozobraron durante 33 minutos merced al fantástico planteamiento de un Barça debilitado por las bajas y la salud de alguno de sus integrantes. Xavi Pascual tejió una telaraña que enredó al Madrid durante un porrón de minutos. Pero la solidez táctica culé se desmoronó cuando sus titulares entraron en reserva y no lograron descifrar la propuesta defensiva blanca. Con la plantilla en plenitud de condiciones, el conjunto blaugrana será un equipo extremadamente competitivo en los playoffs de la Liga Endesa.

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