Roberto Tamayo
La resaca de un nuevo 14 de febrero evidencia que se ha consolidado una nueva confesión en España. El movimiento antivalentino. No deberíamos descartar que dentro de un tiempo reciba incluso una subvención estatal. La ferocidad con la que se expresan sus feligreses tanto en círculos reducidos como, sobre todo, en redes sociales amaga con provocar un cisma en los cada vez más silenciosos y silenciados devotos del amor. El primer y, hasta la fecha, único mandamiento de esta nueva corriente reza así: Vertirás críticas contra esos cándidos creyentes del amor para no ser tan marciano como la autocrítica de un ministro. Todo lo contrario sucede con los españoles que juegan en la NBA. El movimiento pro ÑBA contra viento y marea genera desconcierto e incomprensión. ¿Cuál es su fin último?