lunes, 4 de febrero de 2013

El Madrid liquida la epidemia de las excusas

Roberto Tamayo




Los mediocres siempre encuentran algún subterfugio para justificar las derrotas. Recurrir a la excusa  es una reacción habitual. En algunas disciplinas es una práctica casi obligada para sobrevivir. Existe un pelotón de virtuosos en este "oficio" de buscar excusas. Lo hacen día sí y día también. O solo los impares, según cómo se levanten. Engañar al personal puede resultar incluso sencillo, pero el principal peligro de esa conducta es que uno acaba engañándose a sí mismo. Y eso es feo, además de dañino. Por eso encontrarse con una institución que escapa de este modus vivendi resulta tan anómalo como ver la tasa de paro por debajo del 20%. El Real Madrid de Pablo Laso trilla su cuentakilómetros semanas tras semana y encadena faenas meritorias en plazas españolas y europeas de tronío. El cansancio no es excusa como tampoco las bajas o las decisiones arbitrales.

Cuando a uno le pillan metiendo la mano donde no debe se apresura a decir "no me consta." Cuando uno pierde un partido suele echarle la culpa al calendario, a los árbitros o la mala suerte. Un día alguien nos sorprenderá señalará a la Osa Mayor como causante de sus males. 

La etiqueta de Supermán ya se la había ganado con anterioridad el Barcelona de Guardiola y el de Xavi Pascual. Durante tres años fueron máquinas de fabricar victorias sin importarles ningún factor externo. El Madrid cogido el relevo esta temporada. El equipo blanco afrontó tres envites en los últimos siete días. Dos de ellos, (CSKA y Bilbao Basket) de máxima exigencia. Primero liquidaron al Valladolid en casa. El premio gordo se lo llevaron el jueves al derrotar en la prórroga al CSKA de Ettore Messina, un equipo sin problemas para llegar a fin de mes y articulado para reinar en Europa. Ese sobreesfuerzo y el historial negro del Madrid en Bilbao invitaba a pensar que la cita sería ardua. La ausencia por lesión de Rudy Fernández, gerifalte de esta plantilla, daba un giro más de complejidad al partido.

Lejos de invertir en lamentos, los de Pablo Laso firmaron una puesta en escena imponente. Pero del 0-9 se pasó a un 10-9, que podría haber hecho florecer viejos fantasmas. El Madrid apenas pestañeó y negoció el partido a su antojo en una de las canchas más duras de la liga. El baloncesto es un juego de rachas. El equipo que consigue minimizar sus baches suele sumar victorias. Y ahí es donde el componente mental resulta de vital importancia. 

La confianza del Madrid es tan desbordante que Laso se permite el lujo de experimentar en partidos primer orden. Ayer sacó de inicio a dos pivots, también conocidos como armarios (empotrado o sin empotrar, a gusto del consumidor) o torres, por primera vez en lo que va de curso. Mirotic, jugador más valorado del equipo, comenzó de suplente en la pista en la que se había proclamado campeón de Europa sub 20 y mejor jugador del torneo en 2011. 

El Madrid llega a la Copa del Rey en condiciones óptimas para reeditar el título del año pasado. Pero el microclima que se genera en esta competición es tan irracional que el Madrid, fuente de parabienes durante cinco meses, puede hacer las maletas de vuelta a casa el primer día. Cosas de este maravilloso deporte.






1 comentario:

  1. Lo que más me gusta de Laso es que nunca tira la toalla. Los jugadores lo perciben y por muy difícil que lo tengan no se rinden. ¡Qué buena lección para los tiempos que corren!Además no parece que reciban sobres o metan la mano en ninguna caja. Por lo menos a mi NO ME CONSTA

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