miércoles, 30 de enero de 2013

¿Formar y ganar pueden cohabitar?

Roberto Tamayo




Hoy en día resulta quijotesco no ser testigo de las miserias que asolan a este país. Si eres un profeta de lo tradicional y te las apañas con la calidez de la radio y el romanticismo del periódico en papel no tienes escapatoria. Pero tampoco la tienes en el caso de que seas una persona que viva encebollada con el rastrillo de aparatos de última generación que siguen colándose en los hogares a pesar la archifamosa palabra de dos sílabas y seis letras. Se trata, no obstante, del momento idóneo para apostar sin fisuras por la formaciónCualquier persona debe estar inmerso en un proceso de aprendizaje constante, siempre predispuesto a potenciar sus capacidades con una actitud receptiva. Ahora bien, cuando mezclamos formación y deporte emerge la siguiente dicotomía: ¿Formar y ganar son conceptos que pueden cohabitar?

Oleson, Abrines, Rabaseda, Todorovic...


El deporte profesional se ha articulado de tal manera que solo se reconoce al que gana. O eres el primero o tu legado apenas lo recordarán tus familiares y amigos. Esta categorización es aún cruda si distinguimos entre clubes plebeyos y aristocrácticos. Las urgencias que acompañan a Barcelona, Real Madrid y, en menor medida, al Caja Laboral decapitan a jóvenes talentosos que ven como su club echa sus redes fuera para fichar. Hablamos de urgencias históricas, de títulos, marketinianas, económicas... El último ejemplo ha sido la llegada de Brad Oleson al Barcelona Regal. La entidad blaugrana decidió dar un cambio de rumbo durante el verano de 2012. Tras ganar la liga al Madrid ejecutó un plan renove que concluyó con cuatro fichajes y tres jugadores menores de 23 años en la plantilla. Los culés blindaban su futuro. 

Ya en el ecuador del curso el Barça ha recurrido al mercado invernal para traerse a Oleson ante la endeblez física de Navarro y la irregular temporada culé. Álex Abrines, comandante en jefe de la generación del 93, y Marko Todorovic tienen abono de temporada en las dos primeras sillas del banquillo. Se esperaba que Xavi Rabaseda, primer canterano que se mantiene en el primer equipo después de Navarro y Sada, tuviera un rol más protagonista pero se tiene que conformar con apariciones tan esporádicas como breves. El Barça dispone de 14 jugadores, por lo que habrá dos descartes en cada partido. Pero esta situación no inquieta a Joan Creus, secretario técnico: "Tendremos 14 jugadores en la plantilla, 14 en la ACB y 13 en la Euroliga. Los grandes clubes gestionan equipos de 15 o 16 jugadores. La idea es tener hombres de refresco en partidos de máxima exigencia".

El fichaje de Oleson, que tiene la nacionalidad española (un aspecto clave en su llegada) ofrecerá a Rabaseda más minutos de banquillo y es muy posible que mande a Abrines a la grada solo en la Liga Endesa ya que la reciente incorporación no puede jugar la Euroliga. La rumorología, esa "ciencia" que rellena tantas y tantas páginas y espacios de radio sitúa al Barcelona tras la pista de un pívot. Creus no cerró la puerta a nuevas incorporaciones, por lo que la probabilidad de que ese rumor sea cierta gana credibilidad. Si se confirma ese fichaje, Todorovic pasaría a ser el sexto pívot de la plantilla, es decir, compañero de fatigas de Abrines y Rabaseda.

Estrellas y actores secundarios


El panorama está algo más despejado en Vitoria y Madrid, aunque Nikola Mirotic sea el único jugador menor de 23 años en las dos plantillas. El Caja Laboral entregó la alternativa a Nemanja Bjelica, de 24 años, hace una temporada y media. Este curso está dando minutos a Heurtel, 23, y Pleiss, 23. Si los tres maduran en la línea esperada, el Baskonia tendrá columna vertebral para unos años: un base, un alero que también juega de ala-pívot y un pívot. En el Madrid, solo Mirotic baja de los 25 años. Los siguientes en el escalofón son Llull, 25 (siete temporadas en el club blanco), Sergio Rodríguez, 26 (tres de merengue) y Carlos Suárez, 26 (tres en el Madrid).

El problema que acompaña a los canteranos nacionales es que se le exige en mayor medida que al que viene de fuera. Necesitan cumplir con más requisitos y, lo que es peor, se espera que sean estrellas en clubes con un curriculum mareante. Carlos Suárez es un buen ejemplo. Su primer año en el Madrid fue primoroso. Parecía que sería cabeza de cartel durante muchos años. Pero el año pasado dio un paso atrás y este curso ha encontrado su rol, menos vistoso, en las labores de intendencia. Y su aportación da estabilidad al equipo. Convendría cambiar esa percepción porque hay un porrón de jugadores muy válidos que sin llegar a ser estrellas son excepcionales desempeñando un rol secundario. Solo los genios irrumpen en el primer equipo sin apenas pedir permiso. 

2 comentarios:

  1. Formar y y cuidar a la cantera en tiempos de penuria económica es una buena inversión, claro que no parece que los clubes estén afectados por la crisis. Tenemos que aprender a "querernos" y a "poner en valor" a los jugadores nacionales que están bien preparados, tienen ilusión y como en otros deportes nos dan muchas alegrías.

    ResponderEliminar
  2. Hay que cuidar la cantera, eso para empezar. Pero también es cierto que hay que ver como entrenan esos jugadores. A veces opinamos de que tal o cual jugador ha de jugar, pero hay que ver si se lo han ganado durante la pre-temporada y durante la semana. Esta claro que los "super-clase" jugarán hayan entrenado bien o mal y esté como esté el partido. Eso si, si has llegado a ser un "super-clase" es que has currado y curras una barbaridad.
    Hay jugadores que se le atisban unas posibilidades tremendas que por diversas razones, al final, no acaban de cuajar, y hay que ser muy valiente o estar muy necesitado para dar oportunidades a gente joven.

    ResponderEliminar